Tu hora de agonía y de combate en el Monte de los Olivos, la tenemos presente en esta hora en que queremos venerar en la fe, en el amor, en el respeto, en el reconocimiento y en la compasión expiadora.
Tu alma humana ve incluso ahora, en la gloria del cielo, la eterna, inalterable voluntad del Padre que ha establecido en tu vida esta hora del Getsemaní. Tu corazón adora aun esta voluntad del Padre. Tu alma y tu corazón están aquí presente en medio nuestro.
Tu que has sufrido la hora del Getsemaní, estás en medio nuestro. Lo que has probado y padecido entonces, ha pasado: ni tristeza, ni pena, ni amargura, ni angustia de muerte tocarán más tu corazón desde que has entrado en la felicidad del Padre. Pero lo que entonces has probado y sufrido, se ha impreso en tu corazón, ha permanecido en tu corazón, y es así que te encuentras entre nosotros. El apóstol afirma de tí (Ef. 5,7-8) que en los días de tu vida terrena con fuertes gritos y lágrimas presentaste tu oración y súplicas a Aquel que podía salvarte de la muerte, y de éste modo has aprendido, en tu sensibilidad, a obedecer.
Nosotros te adoramos y te decimos, tal como en ese momento tu lo hiciste en el Monte de los Olivos: -Ten piedad de nosotros
Jesús, por la obediencia que has aprendido en el Getsemaní
ten piedad de nosotros
Jesús, por tu sumisión en el Getsemaní, fruto del combate
Jesús, por tu aceptación del dolor, mantenida en el Getsemaní
Jesús, por tu amor hacia nosotros, victorioso en el Getsemaní
Jesús, por tu bondad, que tampoco en el Getsemaní se ha teñido de amargura
Jesús, por tu corage, heroico incluso en el Getsemaní
Jesús, por tu mansedumbre, que no ha vacilado tampoco en el Getsemaní
Jesús, por la angustia y la tristeza de aquella hora
Jesús, por tu temor y temblor
Jesús, por tu oración en el Getsemaní
Jesús, por tu caída rostro en tierra
Jesús, por tu perseverancia en la oración continuamente renovada
Jesús, por la aflicción mortal de tu alma
Jesús, por tu petición que fuese alejado el cáliz de la pasión
Jesús, por tu oración: “hágase tu voluntad y no la mía”
Jesús, por tu grito: “Abba, Padre”
Jesús, por tu triple consentimiento a la vountad del Padre.
Jesús, por el abandono de tus apóstoles dormidos
Jesús, por la consolación que recibiste del ángel
Jesús, por el sudor de sangre de tu agonía en los Olivos
Jesús, por la previsión y el sufrimiento anticipado de todos los sufrimientos futuros
Jesús, por el conocimiento que tuviste en el Getsemaní de todos los pecados del mundo
Jesús, por tu náusea delante el pecado de todos los tiempos
Jesús, por tu conocimiento de mis pecados, en el Getsemaní,
Jesús, por la aflicción de tu corazón a causa de mis pecados
Jesús, por tu prontitud en cargarte con todo éste peso en el Getsemaní
Jesús, por la angustia de tu corazón delante de la inutilidad de tu pasión
Jesús, por el abandono de Dios en la aflicción del Getsemaní
Jesús, por la obediencia a la misteriosa voluntad del Padre
Jesús, por tu indefectible amor hacia Dios que parecía simplemente encolerizado
Jesús en el Getsemaní, intercesor de todos los afligidos
Jesús en el Getsemaní, el más abandonado de todos los abandonados
Jesús en el Getsemaní, portavoz de todos los que gritan a Dios su angustia
Jesús en el Getsemaní, modelo de todos los tentados
Jesús en el Getsemaní, consuelo de todos quellos que luchan penosamente en la agonía
Jesús en el Getsemaní, cabeza de todos los que deben expiar los pecados del mundo
Jesús en el Getsemaní, hermano co-partícipe de la aflicción y de la desesperación del mundo entero
Jesús en el Getsemaní, tú que comprendes cada dolor
Jesús en el Getsemaní, en el cual cada abandonado tiene una patria
Jesús en el Getsemaní, que persevera en amar aun a cada pecador
Jesús en el Getsemaní, que quieres estrechar en tu corazón incluso al peor de los renegados
Jesús en el Getsemaní, cuya angustia mortal redime nuestra muerte en un feliz retorno a la casa del Padre
Jesús en el Getsemaní, senos propicio
libéranos, oh Jesús
Jesús en el Getsemaní, senos propicio
De los pecados llorados en el Getsemaní
De la ingratitud hacia tu amor
De la indiferencia hacia tu dolor
De la insensibilidad hacia tu agonía
De la resistencia a la gracia
Del rechazo de tu consentimiento al dolor y a la expiación en el Getsemaní
De la duda sobre el amor de Dios, en nuestra noche del Getsemaní
De la amargura en nuestra prueba del Getsemaní
De la desesperación en nuestro abandono
Nosotros, pobres pecadores
te rogamos, escúchanos
Perdona nuestros pecados
Haznos comprender tu sufrimiento
Enseñanos tu abandono a la voluntad del Padre en el Getsemaní
Concédenos la perseverancia de tu oración en la noche del Getsemaní
Otórganos los sentimientos de tu corazón en la hora del Getsemaní
Danos a comprender la penitencia y la expiación
Haznos comprender que nuestro sufrimiento es una participación a tu sagrada pasión
Llénanos de horror por nuestro pecado
Danos tu fuerza y tu paciencia en nuestras angustias y abandonos
Asístenos en nuestra agonía con tu corage frente a la muerte
En la hora de nuestra muerte, mandanos tu ángel de Getsemaní
Enséñanos a vigilar y a orar siempre contigo en el Getsemaní
Coloca en nuestro corazón y en nuestros labios la palabra: “Padre!”, cuando Dios nos parezca el Señor y Juez severo, el Dios incomprensible e inaccesible
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos,oh Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos Señor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros
Oremos
Jesús, que estas presente, por los sagrados sentimientos de tu corazón divino y humano, con el cual has afrontado la agonía del Getsemaní en la expiación, en la obediencia y en el amor y con el cual tu permaneces aun en medio de nosotros, te rogamos: llena nuestro corazón de arrepentimiento por nuestros pecados, hasnos acoger nuestra cruz en tu espíritu de expiación y de penitencia y concédenos un amor de gratitud a cambio del amor con el cual tu aceptaste en el Getsemaní, dar inicio-por nosotros pecadores-a tu sacrosanta pasión. Amén.
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