Rosario en la Divina Voluntad.
MISTERIOS GOZOSOS
1°: La Anunciación del Angel a la Virgen María, anunciandole su Maternidad Divina, y Ella concibió el Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo. Y yo estaba allí, porque en su Encarnación Jesús me ha concebido con El
a mí y a todas las almas, en primer lugar la de su Stma. Madre. Estaba allí ... para pronunciar mi “Fiat” con Jesús y María.
2°: La Visitación. María lleva a Jesús en su seno para darlo a los hombres. Primeros signos prodigiosos de la presencia de Jesús en casa de Isabel. Santificación del Precursor.
Y yo estaba allí... con Jesús, en el Corazón de María, para aprender de Ella cómo hay que llevar a Jesús, para darlo a los demás.
3°: El Nacimiento de Jesús. El Rey de reyes aparece como el Pobre de los pobres. Un día El le dirá a Pilato: “Mi Reino no es de este mundo... Tú lo dices: Yo soy Rey; para eso he nacido, para eso he venido al mundo” (Jn.18,36-37).
El Reino de Dios está en plenitud en este recién nacido, pero de El ha de salir para darse a los hombres y conquistar todo el mundo.
Y yo estaba allí..., porque yo era su cueva, yo era su abandono, yo era el frío, yo era la noche, yo era las telarañas, yo era sus animales, yo era el estiércol del suelo, yo era su pobreza, yo era sus gemidos y sus lágrimas..., ¡yo soy su razón de vida, yo soy su conquista! ¡Yo soy su Reino prometido!
4°: La Presentación de Jesús en el Templo. María lleva a su Hijo en su primera subida al Templo, para presentarlo al Padre: “Héme aquí que vengo para hacer, oh Dios, tu Voluntad” (Heb.10,7).
Y yo estaba allí..., presentado y representado por Jesús, para que el Padre me acoja con la misma alegría con que lo acoge a El...
5°: La pérdida y hallazgo de Jesús el tercer día en el Templo. María se vio privada de su Divino Hijo. Jesús desapareció, porque su Voluntad había desaparecido de la tierra: es precio de Redención. En la pérdida el dolor, en la búsqueda el amor, en el encuentro la alegría. “Quien pieda por Mí su vida, la
hallará”. La última palabra es “Resurrección”.
Y yo estaba allí... en la pérdida, así como quiero estar en la búsqueda, para estar en el encuentro: ¡el maravilloso encuentro recíproco entre la voluntad del hombre y la Voluntad de Dios!
MISTERIOS DE LA LUZ
1°: El Bautismo de Jesús. El testimonio que el Padre da de su Hijo.
Su voz anuncia a todos los presentes, que Jesús, que estaba allí como un pecador entre pecadores para recibir un bautismo de penitencia, es su Hijo amadísimo. Por primera vez las Tres Divinas Personas se manifiestan abiertamente.
Y yo estaba allí... para ser sumergido en la santidad de Jesús y ser declarado por el Padre “su Hijo amadísimo, en el que se complace”.
2°: Las Bodas de Caná. El testimonio que la Madre da de su Hijo y el que Jesús da de su Madre. María presenta a su Divino Hijo a los hombres. “Haced lo que El os diga” (Jn 2,5). A su vez, Jesús presenta a su Madre a los hombres como intercesora y Medianera de todas las gracias. El primer milagro o ‘signo’ de Jesús. El milagro, signo de la presencia del Salvador, cuya obra de salvación empieza por reordenar la familia en Dios, como fue al comienzo de la Creación.
Santificación de la familia a partir del Matrimonio.
Y yo estaba allí... entre los siervos, para aprender de María a querer lo que quiere su Hijo y a hacerlo, para ser el Hijo.
3°: La predicación del Reino. El testimonio que Jesús da del Padre. “¿Cómo podrán invocarlo sin antes haber creído en El? ¿Y cómo podrán creer, sin antes haber oído hablar de El? ¿Y cómo podrán oír hablar sin alguien que lo anuncie?” (Rom 10,14).
Y yo estaba allí..., porque todas las generaciones estábamos presentes ante El cuando sanaba a los enfermos, cuando acogía a los pecadores, cuando manifestaba la Divina Misericordia, CUANDO NOS HABLABA DEL PADRE Y NOS ANUNCIABA SU REINO...
4°: La Transfiguración de Jesús. El testimonio que el Padre da de nuevo de su Hijo y con El el testimonio del Antiguo y del Nuevo Testamento. Jesús lleva con El a tres Apóstoles sobre un alto monte, el Monte Tabor, donde su Humanidad se transfigura a semejanza de su Divinidad: signo de la transfiguración que ha preparado para nosotros. El Padre nos presenta de nuevo su Hijo.
Y yo estaba allí..., para aprender a mirar sólo a Jesús, porque si yo soy su negativo, El es mi Positivo, El es lo que el Padre ama eternamente de mí.
5°: La institución de la Sagrada Eucaristía. El testimonio supremo que Jesús da de su Amor. Jesús desaparece a nuestros sentidos, ocultandose en la extrema pequeñez y pobreza de la Eucaristía. “Yo estaré con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos” (Mt 28,20). En la Eucaristía Jesús ha escondido su Reino y su Gloria, con el fin de formarlo igualmente en nosotros.
Y yo estaba allí... para recibir, con mayor razón, la misma consagración del pan y del vino...
MISTERIOS DOLOROSOS
1°: La Agonía de Jesús en el Huerto de los Olivos. El Angel del Padre llevó el anuncio a Jesús, que la Voluntad Divina es de salvarnos mediante el Sacrificio del Hijo, y en su Corazón Jesús concibió, de un modo nuevo, a toda la
humanidad redimida, no sólo como criaturas, sino como hijos de Dios. Y yo estaba allí... para recibir, junto con Jesús, “la Comunión” que Le ofreció el Padre, “la Comunión de su Voluntad”, con la que el Padre Le dió la fuerza para cumplir su misión hasta el fondo.
2°: La Flagelación. Contemplemos a Jesús presente con su Cuerpo desfigurado y cubierto de llagas, manifestación de todas las llagas de la humanidad, de la cual El es la Cabeza. “¡He aquí al Hombre!” (Jn 19,5).
Y yo estaba allí... porque soy el negativo de su divina Belleza y Perfección, como se ve en la Sábana Santa, y El es mi Transfiguración.
3°: La coronación de espinas. Pilato dijo a los Judíos: “¡He aquí a vuestro Rey!” (Jn 19,14). Jesús acepta la corona de vergüenza y de dolor del hombre, para devolverle la corona gloriosa perdida con el pecado.
Y yo estaba allí... y El me miraba en los ojos para decirme que, cueste lo que cueste, El ha de ser mi Rey.
4°: La “Via Crucis” de Jesús al Calvario. Otro monte y otra subida. Jesús lleva la Cruz y en ella a todos los redimidos, como el Buen Pastor lleva su oveja para ponerla a salvo. Antes de nuestra transfiguración a semejanza de su Gloria, El se ha transfigurado a semejanza de nuestra miseria y dolor: es como el “negativo” de su Triunfo y de su Gloria.
Y yo estaba allí..., porque su “Via dolorosa” es la historia de mi vida y, si voy con El, si persevero con El, para mí se hará gloriosa...
5°: La crucifixión y muerte del Señor. El Sol se ocultó. Jesús desapareció en su Muerte y sepultura, porque así dispuso el Padre: es el precio de nuestra Redención.
Y yo estaba allí..., aunque a mí no me guste, aunque yo no ame. Porque, El sí, “me amó y se entregó a Sí mismo por mí” (Gál 2,20). Para decirme que, por el Dolor de hoy, la Alegría del tercer Día. En la derrota de la Cruz,
la Victoria de su Reino. Entonces Jesús dirá: “Todo está cumplido” (Jn 19,30). La última palabra es “Resurrección”. ¡Es su Reino! ¡Es su Gloria!”.
MISTERIOS GLORIOSOS
1°: La Resurrección. El anuncio (ante el sepulcro vacío) de que Jesús ha resucitado, dado por los Angeles a las piadosas mujeres, las cuales, a su vez, lo anunciaron a los discípulos.
Y yo estaba allí... para recibir en mí la resurrección de Cristo, la resurrección gloriosa de su Divina Voluntad.
2°: La Ascensión. Jesús se ausenta visiblemente con su Cuerpo resucitado y glorificado. Pero El ha dicho: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta la consumación del mundo” (Mt 28,20). Y también: “No es dejaré huérfanos” (Jn 14,18), y nos ha dado su Madre como Madre de la Iglesia y signo de su unidad.
Y yo estaba allí..., en la tierra y en Cielo, visible e invisibile, en el mundo y con el Padre. Para preparar el momento glorioso en que lo que es natural se haga sobrenatural y lo que es sobrenatural sea para nosotros natural, y todo sea consumado en la Unidad.
3°: El Espíritu Santo se da a la Iglesia en Pentecostés. Jesús dijo: “El os conducirá a la Verdad por entero...” (Jn 16,13). Con la fuerza de la Verdad, El nos prepara a su Reino. La Verdad se hace Vida y así forma en nosotros la Vida de Jesús, su misma vida interior: eso es su Reimo. El, el Espíritu Santo, es con su Querer Divino el Divino Realizador del Reino.
Y yo estaba allí..., porque allí estaba la Iglesia de todos los siglos, para recibir la Fecundidad Divina y ser transformada en el Amor.
4°: La Asunción de María al Cielo. Otra subida, esta vez es al Cielo. Es María, la Inmaculada, la Toda Santa, que en cuerpo y alma, es llevada por su Divino Hijo, transfigurada en El, al Cielo.
Y yo estaba allí..., porque el último gesto de amor de nuestra Madre bendita fue llevarse nuestro nombre y nuestro retrato en su Corazón al Cielo.
5°: La Gloria di María, coronada Reina de Cielos y tierra. “A quien todo da, todo se le da”. A Aquella que nada ha negado a Dios, Dios no puede negarle nada. A Aquella que ha hecho reinar la Voluntad de Dios, la Voluntad de Dios la hace reinar con Ella. ¡Es el verdadero Triunfo de la Voluntad de Dios en María!
Y SI YO HAGO COMO HIZO ELLA, YO ESTARÉ ALLÍ...
AUTOR: PADRE PABLO MARTÍN SANGUIAO
MISTERIOS GOZOSOS
1°: La Anunciación del Angel a la Virgen María, anunciandole su Maternidad Divina, y Ella concibió el Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo. Y yo estaba allí, porque en su Encarnación Jesús me ha concebido con El
a mí y a todas las almas, en primer lugar la de su Stma. Madre. Estaba allí ... para pronunciar mi “Fiat” con Jesús y María.
2°: La Visitación. María lleva a Jesús en su seno para darlo a los hombres. Primeros signos prodigiosos de la presencia de Jesús en casa de Isabel. Santificación del Precursor.
Y yo estaba allí... con Jesús, en el Corazón de María, para aprender de Ella cómo hay que llevar a Jesús, para darlo a los demás.
3°: El Nacimiento de Jesús. El Rey de reyes aparece como el Pobre de los pobres. Un día El le dirá a Pilato: “Mi Reino no es de este mundo... Tú lo dices: Yo soy Rey; para eso he nacido, para eso he venido al mundo” (Jn.18,36-37).
El Reino de Dios está en plenitud en este recién nacido, pero de El ha de salir para darse a los hombres y conquistar todo el mundo.
Y yo estaba allí..., porque yo era su cueva, yo era su abandono, yo era el frío, yo era la noche, yo era las telarañas, yo era sus animales, yo era el estiércol del suelo, yo era su pobreza, yo era sus gemidos y sus lágrimas..., ¡yo soy su razón de vida, yo soy su conquista! ¡Yo soy su Reino prometido!
4°: La Presentación de Jesús en el Templo. María lleva a su Hijo en su primera subida al Templo, para presentarlo al Padre: “Héme aquí que vengo para hacer, oh Dios, tu Voluntad” (Heb.10,7).
Y yo estaba allí..., presentado y representado por Jesús, para que el Padre me acoja con la misma alegría con que lo acoge a El...
5°: La pérdida y hallazgo de Jesús el tercer día en el Templo. María se vio privada de su Divino Hijo. Jesús desapareció, porque su Voluntad había desaparecido de la tierra: es precio de Redención. En la pérdida el dolor, en la búsqueda el amor, en el encuentro la alegría. “Quien pieda por Mí su vida, la
hallará”. La última palabra es “Resurrección”.
Y yo estaba allí... en la pérdida, así como quiero estar en la búsqueda, para estar en el encuentro: ¡el maravilloso encuentro recíproco entre la voluntad del hombre y la Voluntad de Dios!
MISTERIOS DE LA LUZ
1°: El Bautismo de Jesús. El testimonio que el Padre da de su Hijo.
Su voz anuncia a todos los presentes, que Jesús, que estaba allí como un pecador entre pecadores para recibir un bautismo de penitencia, es su Hijo amadísimo. Por primera vez las Tres Divinas Personas se manifiestan abiertamente.
Y yo estaba allí... para ser sumergido en la santidad de Jesús y ser declarado por el Padre “su Hijo amadísimo, en el que se complace”.
2°: Las Bodas de Caná. El testimonio que la Madre da de su Hijo y el que Jesús da de su Madre. María presenta a su Divino Hijo a los hombres. “Haced lo que El os diga” (Jn 2,5). A su vez, Jesús presenta a su Madre a los hombres como intercesora y Medianera de todas las gracias. El primer milagro o ‘signo’ de Jesús. El milagro, signo de la presencia del Salvador, cuya obra de salvación empieza por reordenar la familia en Dios, como fue al comienzo de la Creación.
Santificación de la familia a partir del Matrimonio.
Y yo estaba allí... entre los siervos, para aprender de María a querer lo que quiere su Hijo y a hacerlo, para ser el Hijo.
3°: La predicación del Reino. El testimonio que Jesús da del Padre. “¿Cómo podrán invocarlo sin antes haber creído en El? ¿Y cómo podrán creer, sin antes haber oído hablar de El? ¿Y cómo podrán oír hablar sin alguien que lo anuncie?” (Rom 10,14).
Y yo estaba allí..., porque todas las generaciones estábamos presentes ante El cuando sanaba a los enfermos, cuando acogía a los pecadores, cuando manifestaba la Divina Misericordia, CUANDO NOS HABLABA DEL PADRE Y NOS ANUNCIABA SU REINO...
4°: La Transfiguración de Jesús. El testimonio que el Padre da de nuevo de su Hijo y con El el testimonio del Antiguo y del Nuevo Testamento. Jesús lleva con El a tres Apóstoles sobre un alto monte, el Monte Tabor, donde su Humanidad se transfigura a semejanza de su Divinidad: signo de la transfiguración que ha preparado para nosotros. El Padre nos presenta de nuevo su Hijo.
Y yo estaba allí..., para aprender a mirar sólo a Jesús, porque si yo soy su negativo, El es mi Positivo, El es lo que el Padre ama eternamente de mí.
5°: La institución de la Sagrada Eucaristía. El testimonio supremo que Jesús da de su Amor. Jesús desaparece a nuestros sentidos, ocultandose en la extrema pequeñez y pobreza de la Eucaristía. “Yo estaré con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos” (Mt 28,20). En la Eucaristía Jesús ha escondido su Reino y su Gloria, con el fin de formarlo igualmente en nosotros.
Y yo estaba allí... para recibir, con mayor razón, la misma consagración del pan y del vino...
MISTERIOS DOLOROSOS
1°: La Agonía de Jesús en el Huerto de los Olivos. El Angel del Padre llevó el anuncio a Jesús, que la Voluntad Divina es de salvarnos mediante el Sacrificio del Hijo, y en su Corazón Jesús concibió, de un modo nuevo, a toda la
humanidad redimida, no sólo como criaturas, sino como hijos de Dios. Y yo estaba allí... para recibir, junto con Jesús, “la Comunión” que Le ofreció el Padre, “la Comunión de su Voluntad”, con la que el Padre Le dió la fuerza para cumplir su misión hasta el fondo.
2°: La Flagelación. Contemplemos a Jesús presente con su Cuerpo desfigurado y cubierto de llagas, manifestación de todas las llagas de la humanidad, de la cual El es la Cabeza. “¡He aquí al Hombre!” (Jn 19,5).
Y yo estaba allí... porque soy el negativo de su divina Belleza y Perfección, como se ve en la Sábana Santa, y El es mi Transfiguración.
3°: La coronación de espinas. Pilato dijo a los Judíos: “¡He aquí a vuestro Rey!” (Jn 19,14). Jesús acepta la corona de vergüenza y de dolor del hombre, para devolverle la corona gloriosa perdida con el pecado.
Y yo estaba allí... y El me miraba en los ojos para decirme que, cueste lo que cueste, El ha de ser mi Rey.
4°: La “Via Crucis” de Jesús al Calvario. Otro monte y otra subida. Jesús lleva la Cruz y en ella a todos los redimidos, como el Buen Pastor lleva su oveja para ponerla a salvo. Antes de nuestra transfiguración a semejanza de su Gloria, El se ha transfigurado a semejanza de nuestra miseria y dolor: es como el “negativo” de su Triunfo y de su Gloria.
Y yo estaba allí..., porque su “Via dolorosa” es la historia de mi vida y, si voy con El, si persevero con El, para mí se hará gloriosa...
5°: La crucifixión y muerte del Señor. El Sol se ocultó. Jesús desapareció en su Muerte y sepultura, porque así dispuso el Padre: es el precio de nuestra Redención.
Y yo estaba allí..., aunque a mí no me guste, aunque yo no ame. Porque, El sí, “me amó y se entregó a Sí mismo por mí” (Gál 2,20). Para decirme que, por el Dolor de hoy, la Alegría del tercer Día. En la derrota de la Cruz,
la Victoria de su Reino. Entonces Jesús dirá: “Todo está cumplido” (Jn 19,30). La última palabra es “Resurrección”. ¡Es su Reino! ¡Es su Gloria!”.
MISTERIOS GLORIOSOS
1°: La Resurrección. El anuncio (ante el sepulcro vacío) de que Jesús ha resucitado, dado por los Angeles a las piadosas mujeres, las cuales, a su vez, lo anunciaron a los discípulos.
Y yo estaba allí... para recibir en mí la resurrección de Cristo, la resurrección gloriosa de su Divina Voluntad.
2°: La Ascensión. Jesús se ausenta visiblemente con su Cuerpo resucitado y glorificado. Pero El ha dicho: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta la consumación del mundo” (Mt 28,20). Y también: “No es dejaré huérfanos” (Jn 14,18), y nos ha dado su Madre como Madre de la Iglesia y signo de su unidad.
Y yo estaba allí..., en la tierra y en Cielo, visible e invisibile, en el mundo y con el Padre. Para preparar el momento glorioso en que lo que es natural se haga sobrenatural y lo que es sobrenatural sea para nosotros natural, y todo sea consumado en la Unidad.
3°: El Espíritu Santo se da a la Iglesia en Pentecostés. Jesús dijo: “El os conducirá a la Verdad por entero...” (Jn 16,13). Con la fuerza de la Verdad, El nos prepara a su Reino. La Verdad se hace Vida y así forma en nosotros la Vida de Jesús, su misma vida interior: eso es su Reimo. El, el Espíritu Santo, es con su Querer Divino el Divino Realizador del Reino.
Y yo estaba allí..., porque allí estaba la Iglesia de todos los siglos, para recibir la Fecundidad Divina y ser transformada en el Amor.
4°: La Asunción de María al Cielo. Otra subida, esta vez es al Cielo. Es María, la Inmaculada, la Toda Santa, que en cuerpo y alma, es llevada por su Divino Hijo, transfigurada en El, al Cielo.
Y yo estaba allí..., porque el último gesto de amor de nuestra Madre bendita fue llevarse nuestro nombre y nuestro retrato en su Corazón al Cielo.
5°: La Gloria di María, coronada Reina de Cielos y tierra. “A quien todo da, todo se le da”. A Aquella que nada ha negado a Dios, Dios no puede negarle nada. A Aquella que ha hecho reinar la Voluntad de Dios, la Voluntad de Dios la hace reinar con Ella. ¡Es el verdadero Triunfo de la Voluntad de Dios en María!
Y SI YO HAGO COMO HIZO ELLA, YO ESTARÉ ALLÍ...
AUTOR: PADRE PABLO MARTÍN SANGUIAO
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