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Monday, 22 September 2014

Devociones anexas a cada día de la semana.

Devociones anexas a cada día de la         semana
v  A principios de la edad media, el lunes, o segunda feria, estaba consagrado al culto especial del Hijo de Dios, la sabiduría eterna; más adelante fue dedicado al Espíritu Santo, para implorar su asistencia al principiar las tareas de la semana, y finalmente en el día se consagra al alivio de las almas del Purgatorio, pero es una devoción libre y voluntaria que la Iglesia aprueba sin prescribirla.
v  El martes, o tercera feria, está generalmente consagrado al culto de los Santos Ángeles y en especial alÁngel custodio. ¿No advertís cuán ingeniosa es la piedad para conservar en el hombre interesante recuerdos, nobles ideas de sí mismo y vivos sentimientos de la gratitud? Creedme; cuando s ehace al hombre reconocido, se le hace al mismo tiempo bueno (Amalar. Divin ofic. Lib. IV, c. 13El miércoles, o cuarta feria, es el día elegido por la devoción para honrar a San José, y alcanzar la gracia de una buena muerte.
v  Desde los siglos apostólicos ha sido el miércoles el objeto de una devoción particular en la Iglesia de Oriente y en la de Occidente (S. Epiph. Haeres. III, n. 22): era un día de estación, es decir de ayuno y de reunió en los sitios de oración o en los sepulcros de los mártires, a donde acudían muy temprano, y no salían hasta la hora nona, es decir hasta las tres de la tarde en que acababa la misa y el pequeño ayuno que se practicaba en este día. Llamábase “pequeño ayuno”, porque tenía tres horas menos que el de la Cuaresma, de las cuatro Témporas y de las vigilias de las grandes festividades, y porque no era de obligación tan estricta, al menos en Occidente Albaspin. Observ. Lib I, c. 16; tertul. De Orat.Iguales ejercicios de piedad y de penitencia se practicaban el viernes o sexta feria. ¿Deseais por qué había consagrado la Iglesia estos dos días a reanimar la devoción de sus hijos con el ayuno y la oración? En conmemoración de lo que sucedió a Nuestro Señor la antevíspera y el día de la Pasión. En el miércoles recordaba a sus hijos el consejo de los judíos, en que se había resuelto dar muerte a Jesucristo, y en el viernes les mostraba la ejecución del proyecto deicida. La Iglesia ha creído, por consiguiente, ¿y quién puede vituperarla? Que los crímenes de los hombres, verdadera causa de la muerte del Hijo de Dios, deberían ser para sus hijos un motivo de tristeza en estos dos días de la semana, así como su resurrección era para ellos motivo de consuelo y regocijo en el día domingo (S. Aug. Epist. XXXVI. Ad Casul. n. 30; Baron. Ann. 34, n. 168).La Iglesia griega, a pesar de sus tribulaciones y de las diversas revoluciones que ha sufrido, ha conservado hasta nuestros días la costumbre de ayunar todos los miércoles y viernes del año, con pocas excepciones. En la Iglesia latina, el ayuno de estos días fue libre hasta el siglo IX, pero se cambio después en simple abstinencia. La del viernes fue muy pronto considerada como de obligación, y pasó a ser de ley. Las abstinencia del miércoles y del sábado fue libre hasta el siglo XIV, pero habiéndose abolido paulatinamente la del miércoles, se fortaleció de tal suerte la del sábado, que llegó a ser tan indispensable como la del viernes (Tomas. De los ayunos, parte II, c. 55, n. 3, 4 y 5.)

v  El jueves, o la quinta feria, se refiere, como sabéis, a un recuerdo tan consolador, que los fieles han honrado este día con un fervor particular. El Hijo de Dios instituyó en un jueves el Sacramento de laEucaristía, en el cual lega al género humano para siempre su carne y su sangre para que la comamos y la bebamos: Sacramento (Ver: Sacramentos) augusto que constituye al Salvador, triunfante en el cielo, en compañero de nuestra peregrinación, y en prisionero de su amor en nuestros tabernáculos. Los jueves del año parecen haber sido destinados, especialmente desde la institución de la festividad del Corpus, a renovarla, por los oficios públicos, como por las devociones particulares; de modo que casi sucede todos los jueves del año, relativamente a la fiesta del Corpus, lo que todos los domingos respecto de la festividad de Pascua, es decir, que son aquellos una octava continua del misterio de la Eucaristía, como estos de la Resurrección.
v  El viernes, o sexta feria, está consagrado a la Pasión. En Una gran parte de la cristiandad se cerraban en este día los tribunales (Sozom. Lib. I, c. 8) y el ayuno se observó en él tanto en Oriente como en el Occidente hasta el siglo IX. En esta época se trocó en una simple abstinencia, pero de la cual hizo la Iglesia una ley tan rigurosa que solo dispensa de ella en la fiesta de Navidad, cuando cae en viernes (Tomas, de los ayunos, parte II, c. 14 y 15). Los fieles tienen costumbre de añadir a las tres de la tarde de este día a la abstinencia la recitación de cinco Padre nuestros y cinco Ave María, en honor de las cinco llagas de Nuestro Señor.
v  El sábado fue durante muchos siglos tanta fiesta como los domingos, y esto por varias razones: en primer lugar para honrar el descanso del Señor después de la creación, y recordar al hombre que también él, imagen de Dios, creaba en cierto modo durante esta vida, y que entraría un día en el sábado, o el descanso eterno, figurado por el séptimo día. En segundo lugar, se recuerda que el Salvador había escogido con frecuencia el día del sábado para hacer curaciones y milagros, y para ir a predicar en las sinagogas. Esta consideración decidió al emperador Constantino a dar su ley para que se honrase particularmente el sábado (Eusebio, Vit, Const. Lib IV, c. 18, pag. 524)

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