SIETE GRACIAS QUE PUEDEN ADQUIRIR LOS DEVOTOS DE LOS SIETE DOLORES
1ª- Les concederé paz a sus familias.
2ª- Serán iluminados sobre los Divinos Misterios.
3ª- Los consolaré en sus dolores y los acompañaré en su trabajo.
4ª- Les concederé todo lo que me pidan siempre y cuando esto no se oponga a la adorable voluntad de Mi Divino Hijo o a la santificación de sus almas.
5ª- Los defenderé en sus batallas espirituales con el enemigo infernal y los protegeré en cada instante de su vida.
6ª- Los ayudaré visiblemente en la hora de su muerte; verán la cara de Su Madre.
7ª- He obtenido de Mi Divino Hijo, que todos aquellos que propagan esta devoción a Mis Lágrimas y Dolores, serán llevados directamente de esta vida terrenal a la eterna felicidad ya que todos sus pecados serán perdonados y Mi Hijo y Yo seremos su eterno consuelo y alegría.
El Papa Clemente XII, concedió en 1734, una Indulgencia Plenaria y remisión de todos los pecados a quienes recen la Corona diariamente por un mes continuo y luego confesado y comulgado, rogase por la Santa Iglesia; al que verdaderamente arrepentido y confesado, o al menos con firme propósito de confesarse, rezare esta Corona, por cada vez 100 años de indulgencia.
POR LA SEÑAL DE LA SANTA CRUZ, + DE NUESTROS ENEMIGOS LIBRANOS + SEÑOR DIOS NUESTRO+
EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPIRITU SANTO. AMEN.
Venid, Dios mío, en mi socorro.
Apresuraos, Señor, a protegerme.
Como era en el principio, así sea ahora y siempre por todos los siglos de los siglos. Amén.
Acto de contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta para el perdón de mis pecados.
Amén.
I. Os compadezco ¡oh dolorosa María!, por la aflicción que padeció Nuestro tierno Corazón al oír la profecía del santo anciano Simeón. Amada Madre, por vuestro afligido Corazón, alcanzadme la virtud de la humildad y el don del santo temor de Dios. Dios te salve, María, etc.
II. Os compadezco, ¡oh dolorosa María!, por las llagas que sufrió vuestro doloroso Corazón en la huída y permanencia en Egipto. Amada Madre, por vuestro Corazón tan angustiado, alcanzadme la virtud de la liberalidad, especialmente con los pobres y el don de la piedad. Dios te salve, María, etc.
III. Os compadezco, ¡oh dolorosa María!, por las angustias que experimentó vuestro solícito Corazón, cuando perdisteis a vuestro amado Jesús. Amada Madre, por vuestro Corazón, tan cruelmente agitado, alcanzadme la virtud de la castidad y el don de la ciencia. Dios te salve, María, etc.
IV. Os compadezco, ¡oh dolorosa María!, por la consternación que experimentó vuestro maternal Corazón, al encontrar a Jesús cargado con la Cruz. Amada Madre, por vuestro amoroso Corazón tan atormentado, alcanzadme la virtud de la Paciencia, y el don de la Fortaleza. Dios te salve, María, etc..
V. Os compadezco, dolorosa María, por el martirio que padeció vuestro generoso corazón presenciando la agonía de Jesús. Amada Madre, por vuestro Corazón tan martirizado alcanzadme la virtud de la Templanza, y el don de Consejo. Dios te salve, María, etc.
VI. Os compadezco, dolorida María, por la herida que sufrió vuestro piadoso Corazón con la lanzada que abrió el costado de Jesús, e hirió su amabilísimo Corazón. Amada Madre por vuestro Corazón así traspasado, alcanzadme la virtud de la Caridad fraterna, y el don de Entendimiento. Dios te salve, María, etc.
VII. Os compadezco, dolorida María, por el pasmo que vuestro amadísimo Corazón experimentó en la sepultura de Jesús. Amada Madre, por vuestro desolado Corazón, alcanzadme la virtud de la diligencia y el don de la Sabiduría. Dios te salve, María, etc.
V. Rogad por nosotros. ¡Oh dolorosísima Virgen!
R. Para que nos hagamos dignos de las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Oración de ofrecimiento
Dios mío, te ofrezco esta santa corona de los dolores principales de María, para mayor gloria vuestra, y para venerar a María Santísima, meditando y compartiendo en Ella sus dolores.
Alcánzame la gracia del perdón de mis culpas y una verdadera disposición para obtener el fruto de las indulgencias concedidas a esta corona.
Primer Misterio: La profecía de Simeón
presentacion
“Ahora tu siervo puede morir en paz, mi Señor”, dijo. Simeón los bendijo, y dijo a su madre María: He aquí, este niño ha sido puesto para la caída y el levantamiento de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción y una espada traspasará aun tu propia alma a fin de que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.
Me compadezco Señora, de Ti, por el dolor que sufriste cuando escuchaste la profecía de Simeón, cuando te dijo que la Pasión de tu Hijo sería una espada de dolor que atravesaría Tu corazón.
Padrenuestro:
7 Ave Marías:
Gloria:
la oración de Fátima:
Madre mía, haz que mi corazón acompañe tu dolor en la muerte de Jesús.
Segundo Misterio: La huida a Egipto
Un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo:
«Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.»
Así que se levantó cuando todavía era de noche, tomó al niño y a su madre, y partió para Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes.
De este modo se cumplió lo que el Señor había dicho por medio del profeta: “De Egipto llamé a mi hijo”.
Me compadezco Señora, de Ti, por el dolor que sufriste en el destierro de Egipto, prueba y necesidad de aquel largo camino.
Padrenuestro:
7 Ave Marías:
Gloria:
la oración de Fátima:
Madre mía, haz que mi corazón acompañe tu dolor en la muerte de Jesús.
Tercer Misterio: El niño Jesús perdido
temploSus padres iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua.
Y cuando tuvo doce años, subieron a la fiesta, como era costumbre. Pasados aquellos días, al regresar, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo advirtiesen sus padres.
Suponiendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino buscándolo entre los parientes y conocidos, y como no lo encontrasen, retornaron a Jerusalén en busca suya.
Y ocurrió que, al cabo de tres días, lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándoles y preguntándoles.
Cuantos le oían quedaban admirados de su sabiduría y de sus respuestas.
Al verlo se maravillaron, y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho esto?
Mira cómo tu padre y yo, angustiados, te buscábamos.
Y él les dijo:
¿Por qué me buscabais?
¿No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi Padre?
Pero ellos no comprendieron lo que les dijo”
Me compadezco Señora, de Ti, por el dolor que sentiste cuando perdiste a tu Divino Hijo en Jerusalén por tres días.
Rezar un Padrenuestro:
7 Ave Marías:
Gloria:
la oración de Fátima:
Madre mía, haz que mi corazón acompañe tu dolor en la muerte de Jesús.
Cuarto Misterio: María encuentra a Jesús camino al calvario.
En la subida al Calvario Jesús encuentra a su madre. Sus miradas se cruzan.
Se comprenden. María sabe quién es su Hijo.
Sabe de dónde viene.
Sabe cuál es su misión.
María sabe que es su madre; pero sabe también que ella es hija suya.
Lo ve sufrir, por todos los hombres, de ayer, hoy y mañana.
Y sufre también ella.
Me compadezco Señora, de Ti, por el dolor que sentiste cuando encontraste a tu Hijo con la cruz a cuestas camino del Calvario, con escarnios, injurias y caídas.
Padrenuestro:
7 Ave Marías:
Gloria:
la oración de Fátima:
Madre mía, haz que mi corazón acompañe tu dolor en la muerte de Jesús.
Quinto Misterio: Crucifixión y muerte de Jesús
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.
Me compadezco Señora, de Ti, por el dolor que sentiste cuando viste morir a tu Divino Hijo clavado en una cruz entre dos ladrones.
Padrenuestro:
7 Ave Marías:
Gloria:
la oración de Fátima:
Madre mía, haz que mi corazón acompañe tu dolor en la muerte de Jesús.
Sexto Misterio: María recibe el cuerpo de Jesús
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo.
Me compadezco Señora, de Ti, por el dolor que sufriste al recibir en vuestros brazos el cuerpo de Tu Santísimo Hijo, cubierto de sangre de tantas llagas y heridas.
Padrenuestro:
7 Ave Marías:
Gloria:
la oración de Fátima:
Madre mía, haz que mi corazón acompañe tu dolor en la muerte de Jesús.
Séptimo Misterio: El cuerpo de Jesús es colocado en el sepulcro
Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Este acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús.
Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó.
Madre mía, acompañas a tu Hijo al sepulcro y debes dejarlo allí, solo.
Ahora tu dolor aumenta, tienes que volver entre los hombres, los que te hemos matado al Hijo, porque Él murió por todos nuestros pecados.
Y Tú nos perdonas y nos amas.
Me compadezco Señora de Ti, por el dolor que sentiste en tu soledad, cuando dejaste el cuerpo de tu Hijo en el sepulcro.
Padrenuestro:
7 Ave Marías:
Gloria:
la oración de Fátima:
Madre mía, haz que mi corazón acompañe tu dolor en la muerte de Jesús.
1.A quien puedo querer o comparar contigo oh hija de Jerusalén?
1 Ave María.
Virgen dolorosa, ruega por nosotros.
2.Qué ejemplo puedo mostrarte para tu comodidad oh Virgen hija de Sion?
1 Ave María.
Virgen dolorosa, ruega por nosotros.
3.Porque grande como el mar es tu ruina, quién podrá curarte?
1 Ave María.
Salve
Virgen dolorosa, ruega por nosotros.
María llena de misericordia, recuerda a nuestros corazones de los sufrimientos de Jesús durante su pasión.
Oremos
Derrama, Te suplicamos oh Señor, Tu gracia en nuestros corazones, para que nosotros a los que la Encarnación de Cristo; Tu Hijo, se hizo conocida por el anuncio del ángel, podamos por su pasión y cruz, ser llevados a la gloria de su resurrección. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.Amén.
Nuestra Señora de los Dolores, lavando los pecados de la humanidad con sus lágrimas